jueves, 28 de febrero de 2008

Episodios de una perdedora 01. Atrapada en la moda.

Por Oveja

No era una gran semana. En esos días comenzaba a sentir mi ropa un poco más ajustada y cuando me sentaba me molestaba un bulto que algunos llaman panza. A pesar de mi indignación conmigo, no pude controlar la dieta. Intentando mimarme un poco fui a mirar vestidos para un casamiento cercano (gran error en ese estado).

La vidriera ya tenía lo que quería. Perfecto- pensé – adentro seguro se pone mejor. Una vuelta por los percheros y definitivamente el de la vidriera era él. Pregunto a la vendedora, impecablemente peinada y vestida, por otro igual para probarme. No hay, pero no por exclusividad por el contrario ya vendieron todos. Quien sabe cuantas mellizas encontraré en el casamiento si me decido por él. Desarma la vidriera, descuelga la percha de un ganchito minimalista, y me lo da sin cuestionarse el talle.


El vestidor es amplio y con varios espejos. Quedo en la vulnerabilidad máxima de una mujer, defendida solamente por mi bombachón inadecuado para el vestido de gala. La vendedora me advierte que no tiene cierre pero que “tire nomás” porque es elastizado. No logro diferenciar el agujero de la cabeza de los brazos. Sigo intentando hasta que logro posicionarlos y descubro que el elastano, o lo que diera elasticidad a la delicada tela, brilla por su ausencia. La chica impecable insiste en que fuerce el vestido, sin cuestionarse ni por un momento cual sería mi talle y cual el de la prenda. Logro pasar la cabeza y el vestido queda trabado partiéndome al medio mis atributos delanteros. Concluyo que definitivamente no importa el cierre, este no es mi talle, y dudo que el de un adulto.

Me dispongo a sacarlo y ahora quedo atrapada. Humillada y desesperada pido a la vendedora que me ayude. Mi bombachón rosa como único bastión velador de mi ser. Ella tironea como si le sacara la funda a un almohadón gigante: yo. Ella, que no se ha despeinado ni un poco a pesar del esfuerzo, me mira y concluye perspicazmente que no es mi talle.

Despeinada, sudorosa, casi desnuda junto a la inmaculada expendedora de moda, pregunto por un talle más por si la deshonra no hubiera sido suficiente. Por supuesto el siguiente tamaño no es de muñequita Polly*, sino para una Barbie mutilada en su parte delantera. La diseñadora en un acto humanitario, confeccionó el talle 2 con unos milímetros más de tela y le agrego un cierre, que tampoco envolvió mi cuerpecito.

*Personas que no cuenten con una niña entre 4-10 años en su entorno, les informo que Polly es una Barbie en miniatura aún más insignificante en sus medidas.

1 comentario:

veruka dijo...

por favor!!! acabo de pasar por la misma situacion hace una semana pero no me animé a probarme el vestido por miedo a no poder salir de el!! en serio!!!!!! el probador era diminuto!!!!!