Invariablemente, independiente de situación y contexto, como una confirmación de la existencia del destino, la paja me vence.
Esta semana tenía que escribir mi nota para este fantástico blog* (la segunda por cierto), y como todas las tareas que se me imponen (o me impongo) la dejé para último momento.
Por lo general suele definirse esta actitud como uruguaya, pero no creo que la nacionalidad juegue un papel preponderante en la formación de una característica individual de este tipo.
Más bien pienso que esto de dejar todo para último momento es algo personal, íntimo, ligado a algún asunto que se remite al pasado y me niego a analizar. O que es sencillamente herencia genética.
Le había dicho a la Oveja que escribiría sobre "el condicionamiento, o mejor dicho, la influencia de un simple comentario en el desarrollo de una vida" y sin embargo me encuentro el día lunes a las 12 del mediodía con la hoja en blanco.
Pero como hoy es hoy, y como me dije hace un tiempo que no voy a seguir postergando las cosas que tengo que hacer (cosas realmente importantes como escribir para este blog, grabar un disco que se viene gestando hace más de 10 años, o conseguir una copiadora blanco y negro), acá estoy, escribiendo.
Por eso quiero decirles señores lectores, que a la paja se la puede vencer.
Es sólo cuestión de zambullirse sin pensarlo en búsqueda de la aguja.
* entiéndase por fantástico la definición que hace Louis Pauwels en su libro "El Retorno de los Brujos".